Las diferentes intervenciones realizadas en el edificio a lo largo del tiempo y el abandono en algunos periodos han provocado la alteración de la esencia original del edificio barroco de la ermita. La intervención, realizada con un equipo transdisciplinar, ha permitido redescubrir el edificio y recuperarlo.
A partir de la investigación histórica de Francisco Capilla Luque, se planteó una primera hipótesis de trabajo: recuperar el aspecto dieciochesco y la iluminación interior reabriendo unos vanos supuestamente cegados por un volumen anexionado en la fachada NO. Al inicio de las obras se realizan estudios paramentales bajo la dirección arqueológica de Sara Díaz Ramos y los resultados llevan a replantear el proyecto, tanto en la zona que estaba previsto demoler como en lo concerniente al tratamiento de fachadas y humedades.